Estrategia: el arte de la guerra (o de la consecución de mis objetivos)

El origen de la palabra estrategia, término tan utilizado hoy en día en el entorno empresarial (estrategia de márketing, estrategia de comunicación, estrategia de posicionamiento competitivo), se encuentra en los términos griegos: stratos (“ejército”) y agein (“conductor”, “guía”). Hacía referencia, por lo tanto, al arte de dirigir las operaciones militares en las batallas.

estrategia militar

Pero nosotros no tendremos en cuenta esta acepción, que más valdría que desapareciara de todos los diccionarios de cualquier lengua, y sí aquella que se refiere al plan ideado para dirigir un asunto, y aquella otra que designa al conjunto de reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento.

Bajo esta perspectiva, la estrategia es el proceso seleccionado a través del cual se prevé alcanzar un cierto estado futuro. Y con este significado, la estrategia se convierte en el más poderoso de los recursos que podemos poner en marcha para garantizar el éxito de nuestras iniciativas.

Disponer de una estrategia, de un adecuado plan de acción, es fundamental para estar seguros de que en todo momento, y bajo cualquier circunstancia, estamos enfocados hacia el objetivo que nos hemos propuesto. Diseñar una acertada estrategia se torna prioritario para todo emprendedor y también para todos aquellos directivos y empresarios que han de realizar un cambio en su negocio.

estrategia

¿Y cómo planteamos una buena estrategia? Esta es la pregunta del millón.

Una buena estrategia que nos conduzca con las máximas garantías hacia la consecución de nuestros objetivos debe estar basada en tres sencillas reglas:

  1. el conocimiento desapasionado de nuestra situación actual.
  2. la evaluación imparcial de los factores de nuestro entorno que nos están afectando.
  3. la determinación clara y realista de la meta que queremos alcanzar, es decir, adónde queremos llegar.

Sobre esta tercera regla, aspectos subjetivos como nuestros valores, nuestra cultura y otros tendrán un peso importante en su determinación, pero las dos primeras reglas deben sustentarse en información objetiva y fiable para que el diagnóstico que realicemos de nuestra situación y de nuestro entorno sea del todo correcto. Solo así, con un diagnóstico acertado, podemos empezar a diseñar el plan que nos conducirá sí o sí a nuestro objetivo.

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